Virginia GarcÖa Acosta, ed. Los precios de los alimentos y manufacturas novohispanos. Tlalpan, Mexico: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en AntropologÖa Social-Instituto Nacional Indigenista, 1995. 299 pp. $5.63 (paper), ISBN 978-968-496-289-7.
Reviewed by Antonio Ibarra (Universidad Nacional Autónoma de México)
Published on H-Mexico (May, 1998)
Hace más de medio siglo Earl Hamilton, magnífico precursor de la moderna historia de los precios, señaló que ésta "no puede nunca dar un conocimiento completo de cualquier acontecimiento merecedor de estudio y por sí misma no puede resolver ningún problema digno de este nombre".[1] Sus investigaciones acreditaban su categórico juicio: Hamilton ofreció una interpretación sobre el nacimiento del capitalismo europeo apoyado en una historia de los precios problematizadora.[2] Hace muchos años que la hipótesis de Hamilton fue reconocida como relevante en relación al problema central: la formación de la moderna economía de mercado. Ahora, después de ese medio siglo, hacer historia de los precios significa dejar a un lado grandes aspiraciones teóricas para centrarse en temas menudos, documentables, susceptibles de discutirse sin contratiempos en medios académicos.
Así, entonces, la vieja actitud historiográfica de investigar para discutir, descubrir para cuestionar, ha dejado su lugar al ejercicio erudito y o técnicamente sofisticado. Ahora, cuando el trabajo de investigación requiere de una profundidad sistemática, de un sentido crítico excepcional, se ha puesto de moda repetir ideas, documentar hipótesis y resolver acertijos. Justamente, entonces, la investigación seria y silenciosa es una necesidad perenne.
La historia de los precios, en esta perspectiva, debe trascender la dinámica de sectores de la economía para convertirse en una llave para temas de mayor amplitud, de una relevancia intelectual superior a la discusión de dígitos, de precios relativos o bien de índices ejemplificadores. Conscientes de ello, podemos invertir la estrategia: acercarnos por las nuevas líneas, perfilar los nuevos problemas y dejar las viejas querellas. Debido a que la empresa es de colectivos de investigación, gracias a que nadie se postula como eje teórico de la investigación histórica, ahora estamos en condiciones de replantearnos viejos temas y procurar nuevas líneas.
ii. El volumen referido
El Simposio sobre Historia de los precios de alimentos y manufacturas novohispanos, celebrado en Tabasco a principios de esta década, muestra el interés por la investigación de largo plazo, así como por la recuperación de fuentes, también por una mejor cuantificación y distinta orientación respecto a ejercicios anteriores, a la vez que una preferencia por la especialidad, temporal y geográfica, que ofrece mayores certidumbres. Así, entonces, el trabajo colectivo reunido por Virginia García Acosta nos muestra la pluralidad de acercamientos a un ejercicio conocido, pero también una serie de tentativas por lanzar de nueva cuenta este campo de investigación histórica.
Una novedad es apreciable: no se consideran sólo precios de alimentos, particularmente de cereales, sino una amplia gama de productos que conformaron la canasta del México colonial. Asimismo se aprecia una preocupación elemental, las fuentes, y una alternativa diferente de tratar viejos problemas: procurar resolver problemas de metrología, consumo y bienestar social. Es decir que la historia de los precios ha dejado de ser, a juzgar por las preocupaciones de los investigadores participantes, una materia referida a la mesa--el pan y el vino--para intentar ser una explicación del conjunto de la vida material. Así, también, es preocupación ofrecer una línea abierta de análisis para otros temas igualmente importantes. Algunos de los trabajos relevantes de aquel Simposio, casi una decena de aproximaciones diversas a una misma inquietud, permiten retomar los precios como una herramienta útil para plantear nuevos problemas.
En orden temático, los trabajos sobre fuentes y problemas metodológicos preceden a los ensayos, seguidos por el tema de los alimentos--granos y azúcar--las manufacturas y, finalmente, los precios y el mercado. En este caso, las posibilidades de explotación sistemática de nuevas fuentes--como las almonedas o la contabilidad de instituciones educativas--gratifican el trabajo futuro (W. Borah, "Las almonedas reales como fuente para los precios del siglo XVI," pp. 21-36 y Muriel y Lozano, "Las instituciones educativas novohispanas. Fuentes para el estudio de los precios. Ejemplos de los siglos XVI-XIX," 0p. 37-71), aún con limitaciones. También, desde luego, el importantísimo ensayo metrológico de Hocquet ("Pesos y medidas y la historia de los precios en México. Algunas consideraciones metodológicas", pp. 72-85), nos muestra los retos y rezagos de la historia mexicanista de los precios y la relevancia de ponderar la desigualdad en pesos y medidas, procurando llegar a una estadística confiable y comparable metrológicamente. Identificar las fuentes, ajustar los procesos de cuantificación y resolver las desigualdades de medición y tasación monetaria son ejercicios esenciales para cualquier intento futuro de historia de los precios.
Por su parte, el estudio de la fluctuaciones de los alimentos--particularmente granos^×- da continuidad al esfuerzo fundacional de la historia de los precios en México. De esta manera, el trabajo pionero y las preocupaciones de Enrique Florescano[3] pueden advertirse en el trabajo individual de García Acosta ("Comparación entre el movimiento de los precios del trigo y del maíz y el alza generalizada de precios a fines de época colonial", pp. 173-192), relativo a la comparación de precios en granos básicos y el costo de la vida en la víspera de la revolución de Hidalgo. Por otro lado, las necesarias comparaciones con regiones ajenas a la capital del virreinato alientan el trabajo de Espinosa Morales ("Análisis de precios de los productos diezmados. El Bajío oriental, 1655-1786," pp. 122-72), sobre el Obispado de Michoacán. En este ensayo también se comparan los granos básicos--maíz, trigo y frijol--en sus movimientos cíclicos y de largo plazo en el espacio rural de Celaya, confirmando la trayectoria de los precios dibujada por Florescano para la capital del virreinato.
En todos ellos, la rigurosidad del acopio documental acompaña a la longitud de sus explicaciones. Dos, en particular, llaman la atención: aquella referida al problema de la inflación finisecular en el México del siglo XVIII y, segundo, aquella que se centra en los patrones de consumo urbano y rurales de cereales, particularmente maíz y trigo. En algunos trabajos se reflejan preocupaciones actuales, irresueltas en la investigación, como el problema del ritmo real de crecimiento económico y del perfil social del consumo alimentario en las ciudades novohispanas, particularmente en la capital: la trayectoria comparada de cereales revelan patrones combinados de consumo, estabilidad secular de los precios y movimiento deflacionarios dominantes. El incremento finisecular del maíz y trigo, apenas si dibuja un movimiento inflacionario generalizable al resto de la economía: tanto carecemos de un índice de precios confiable, como de una solución precisa al cálculo de la inflación en el siglo XVIII.
En otra dirección, el trabajo de Horacio Crespo ("Los precios del azúcar en Nueva España. Tendencias seculares y comportamiento cíclico," pp. 89-121), nos muestra una medición exhaustiva y de gran amplitud temporal, gracias a una elaborada identificación de ciclos--amplitud, intensidad, regularidad e inflexiones--el autor se permite formular un modelo completo sobre comportamiento de los precios. Producto de una investigación madura, el examen de los precios del endulzante le permite reconocer su peculiaridad: el temprano comportamiento de un movimiento cíclico moderno, con crisis de sobreproducción y una estructura especulativa ágil. Así, también, el trabajo muestra la gran relevancia que tuvo la producción azucarera en la organización y dinámica interna del mercado.
Las manufacturas, internas e importadas, son campos poco abonados de la historia de los precios: sabemos de un despegue industrial fallido y podemos reconocer en las series fiscales de comercio interior la importancia del consumo importado. Sin embargo, carecemos de una explicación sobre la relación de precios entre ambos mercados, desconocemos también la evolución en los gustos y consumos de los novohispanos y sobre la dinámica manufacturera en la demanda interna.
Pero, aún más importante, no conocemos la estructura salarial del trabajo manufacturero y su potencial de consumo. El trabajo de Urquiola Permisan ("Salarios y precios en la industria manufacturera textil de la lana en Nueva España: 1570-1635," pp. 195-230) nos abre una de estas puertas: un cuidadoso estudio de las retribuciones salariales en los obrajes novohispanos, en su historia temprana, nos aporta una nueva explicación sobre el precio del trabajo, su notable integración en mercados distintos y su apreciable capacidad adquisitiva comparable a la europea. Estos descubrimientos, aparte de mostrarnos la complejidad de la organización obrajera del trabajo, su reglamentación y práctica, nos sugieren la pertinencia de estudiar con mayor detalle la dinámica de los mercados internos, su carácter decisivo en la circulación interior.
Por su parte, la importación de efectos suntuarios muestra otra escala del mismo problema: la liquidez de la economía novohispana. Efectivamente, las mercancías asiáticas estudiadas por Carmen Yuste ("Los precios de las mercancías asiáticas en el siglo XVIII," pp. 231-64) nos abren el consumo interno a las redes orientales del mercado novohispano, tan ignoto a la historia económica colonial. Si bien las características del comercio asiático, así como la precariedad de sus fuentes, hacen prácticamente imposible contar con series de precios, el examen comparativo de avalúos quinquenales le permiten a la autora mostrar la amplísima variedad de géneros--texiles, alimentos, muebles, entre otros--y una cambiante estructura de demanda: de la suntuaria a la popular. El estudio de la contabilidad privada del quizá más importante comerciante novohispano con Oriente en la época, Francisco Ignacio de Iraeta, permite estimar el caprichoso sistema de precios, las redes de distribución y los beneficios de un control oligopólico de la intermediación en este ramo. Sin duda, el tema merece mucho mayor investigación y una buena línea seria el estudio de los mercados de consumo de productos asiáticos, como apunta la autora.
Por último un estudio colectivo, el de Valentina Garza, Elisa Villalpando y Juan Manuel Pérez Zevallos ("Mercado y precios en la ciudad de México. Su evolución en la segunda mitad de siglo XVI," pp. 267-88) se acerca al problema crucial de los precios: el mercado. De manera excepcional, en este texto se pueden advertir preocupaciones centrales en la investigación sobre precios, la dinámica de los mercados como explicación de sus indicadores--esto es, los precios--y con ello se adelanta a los trabajos anteriores. En efecto, la formación del mercado novohispano, en el siglo XVI, señala tendencias significativas a la constitución de un sistema económico interno: el importante sector de abasto indígena, la separación entre productores y consumidores como resultado de la especialización del cambio--con la aparición de los regatones--y la creciente expansión de la demanda interna, nos muestran un contexto explicativo del comportamiento de los precios en una época temprana.
Si bien no se disponen de series en estricto sentido, como en otros trabajos, el examen de fuentes notariales permite dibujar algunas hipótesis sobre el consumo interno de importación--vino, esclavos y textiles--pero hace más difícil su verificación para productos del propio espacio colonial--como el ganado y el cacao. Aún así, el enfoque adoptado y las preocupaciones señaladas ofrecen un derrotero de investigación rentable, problemático sí pero esclarecedor: el estudio de la doble demanda interna, la progresiva expansión de la producción colonial, la especialización y dilatación del mercado y el examen de los costos de circulación y transacción al que apuntan los autores. Por lo demás, los datos aportados podrían haberse explotado con mayor rigurosidad en favor del argumento.
iii. Una valoración final.
Nuestra apreciación inicial, recordando a Hamilton, sobre la pertinencia de una historia de los precios problematizadora nos permite valorar la diversidad de trabajos compilados por Virginia García Acosta. Líneas de continuidad y nuevas orientaciones marcan el conjunto de los textos: avances de grado en estudios tradicionales--como los precios de alimentos--resultados maduros sobre el modelo multisecular del precio del azúcar, ofertas documentales y temas nuevos cierran capítulos de investigaciones.
Empero, un ejercicio por llevar el estudio de los precios al examen de los mercados coloniales aguarda otra oportunidad. Asimismo, estimaciones cuantitativas sobre el impacto de los precios en el desempeño sectorial de la economía, salvo la aproximación de Urquiola, dejan un vacío apreciable. Otros precios, indicadores de otros mercados, como los de bienes inmuebles, el dinero, las tierras o los salarios de campo y ciudad, hacen pertinente el ulterior ensayo de comparaciones temporales y regionales.
Resulta alentador, entretanto, que la mayoría de los trabajos dan cuenta de investigaciones en marcha, de hallazgos documentales novedosos y, sobre todo, de una generosidad de los historiadores de los precios que acompañan sus textos con amplia información sobre sus cálculos. Valdría la pena, quizá, siguiendo las indicaciones de Hocquet y la llamada de Coatsworth[4] insistir sobre la pertinencia de unificar unidades metrológicas, procedimientos estadísticos y criterios de cuantificación para tener con el tiempo series comparables que desequen, cada vez más rápido, las lagunas que impiden comunicarse por tierra firme a los historiadores económicos del pasado colonial mexicano. Esta compilación, ya es un paso en esa dirección.
NOTAS
[1]. Hamilton, Earl J., "Uso y abuso de la historia de los precios," originalmente en Journal of Economic History, suplemento IV, diciembre 1944, pp. 47-60. Utilizamos la versión de El florecimiento del capitalismo, Madrid, Alianza, 1984, pp. 227-44.
[2]. Hamilton, El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650, Barcelona, Ariel, 1975 (edición original, 1934).
[3]. Florescano, E. , Precios del maíz y crisis agrícolas en México, 1708-1810, México, El Colegio de México, 1969.
[4]. Coatsworth, J. "Historia económica e historia de los precios en Latinoamérica colonial", en L. Johnson y E. Tandeter (compiladores) Economías coloniales. Precios y salarios en América Latina, siglo XVIII, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1992.
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Antonio Ibarra. Review of Acosta, Virginia GarcÖa, ed., Los precios de los alimentos y manufacturas novohispanos.
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